viernes, 11 de octubre de 2013

GLORIA

Me pareció la típica película del Festival de Cine de Gijón. Al menos en cuanto a las películas de dicho festival que yo suelo ver.

Retrata la vida de una mujer madura cercana a la tercera edad, una mujer normal y corriente, y lo hace con el toque justo de empatía para que sientas que una amiga a la que le tienes cariño te está contando su día a día.

Me encantó la actriz protagonista. Voy a buscar el nombre para ponerlo, que yo de cine chileno ni idea: Paulina García. Sobre todo me gustó en las partes en que se ponía pícara con sus ligues, esa miradita que les echaba. Y también cuando estaba triste, con esa otra mirada que es que te daban ganas de cruzar la pantalla y decirle que ella valía mucho, que no dejara que nada le afectara tanto.

Tiene una pequeña pega, y es que por momentos se hace demasiado pesada. Opino que deberían haberla dejado en hora y media o poco más en vez de las dos horas que dura, ya que la historia tampoco requiere ese aporte extra de escenas excesivamente cotidianas sin miga ninguna y ese ritmo taaaaan lento. Aún así, como lo mejor con diferencia es el final, te llevas un buen sabor de boca al terminar.

Siguiendo la dinámica que tengo últimamente de buscar al público objetivo, el target lo llaman, yo diría que es gente de treinta y algo para arriba, y cuanto más cercanos a la edad de la protagonista (cincuenta y tantos), más les gustará porque más representados se verán en la historia.

Repito que me pareció la típica película del Festival de Cine de Gijón, y en parte se debió al público que había en la sala.
Siempre recordaré aquel día que fui con una amiga (curiosamente la misma que me acompañó en esta ocasión) a ver una película del festival: habíamos comprado chuches, que a mí me gusta mucho lo de unir el paladar a la visión en pantalla grande de una buena historia, y si la historia es mala pues al menos me hincho a comer y eso que me llevo. El caso es que llegamos, la sala a rebosar hasta arriba, y allí no comía ni Dios. Por si ya nos diese poco apuro de por sí comer cuando nadie más lo hacía, encima era la película más silenciosa que he visto en mi vida, y nosotras con hambre, que cuando una quiere darse el capricho de chuches va casi que haciendo ayunas para compensar.

Con "Gloria" me pasó lo mismo: allí llegué yo con mi antojo de perrito y nachos, y se ve que era la única con hambre en toda la sala. Menos mal que a la protagonista le gustaba irse al baile de noche y entre canción y canción pude hacer algo de ruido. Sí, era yo la que estaba comiendo. Perdón por el ruido.

Nota: le doy un bien (mi amiga un notable alto).

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